Polvo eres by Nieves Concostrina

Polvo eres by Nieves Concostrina

autor:Nieves Concostrina [Concostrina, Nieves]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2008-01-01T05:00:00+00:00


LOS ESCONDITES PÓSTUMOS DE ADOLF HITLER

(1899-1945)

La versión oficial y la más aceptada respecto a la muerte de Adolf Hitler dice que cuando este locuelo vio que se acabó lo que se daba y que el Ejército Rojo ya había tomado Berlín, se casó con Eva Braun y se suicidó. Algunos no aguantan el matrimonio ni veinticuatro horas.

El matrimonio se celebró la medianoche del 28 al 29 de abril de 1945, un día antes de que la pareja muriera. Los datos que hay sobre cómo se produjo el suicidio son sólo sospechas, aunque bastante fundadas, porque los testigos aparecieron minutos después y fueron los mismos que luego incineraron y enterraron los cuerpos. El 30 de abril Hitler se encerró en el búnker con su mujer y dio orden de que nadie los molestara. Se recluyeron con dos cápsulas de cianuro y unas pistolas. Pero si sería malo este Hitler, que el cianuro antes lo probó con su propia mascota, una perra pastor (alemán, por supuesto), para saber si el veneno era suficientemente efectivo. Cuando entraron a por los cuerpos, Eva Braun estaba tumbada en el sofá pero sin señales de haberse disparado, luego está claro que ella optó por el cianuro. Hitler estaba sentado a su lado y, además de tomarse el veneno, se pegó un tiro. Sus colaboradores subieron luego los cuerpos al jardín, los rociaron con gasolina y pretendieron cremarlos. Pero claro, una hoguera no es un horno crematorio; o sea, que Eva Braun y Hitler quedaron sólo chamuscados. ¿Qué pasó con los restos? Aquí empiezan las distintas versiones. Unas dicen que fueron enterrados en el mismo jardín, luego la pareja estaría ahora en pleno Berlín, sepultada en su propio búnker.

Sin embargo, esta versión se cayó del todo cuando salieron a la luz documentos del KGB, el servicio secreto soviético, en los que se especificaba muy claramente qué había sido de los restos. En resumen, que cuatro días después del entierro, el 4 de mayo, las tropas soviéticas abrieron las tumbas del jardín del búnker y se llevaron los cuerpos para enterrarlos en Magdeburgo, en Alemania, hasta que hacia 1970 el KGB decidió incinerar otra vez y tirar lo poco que quedaba al río Elba para evitar que la tumba fuera descubierta y se convirtiera en un lugar de peregrinaje neonazi. Hasta el año 2000 se dio prácticamente por hecho que Hitler y su esposa, Eva Braun, habían quedado enterrados en el mismo búnker donde se suicidaron y que ahora está sepultado en pleno centro de Berlín. No obstante, si creemos al KGB, Hitler no es que esté perdido, es que está irrecuperable. Bueno, menos un par de pedacitos que los rusos se guardaron de recuerdo.

La relación de los siguientes hechos la descubrió el periodista ruso Sergei Turtschenko a base de dejarse los ojos en los archivos del ex servicio secreto soviético. Resulta que lo que hizo el Ejército Rojo fue desenterrar, cinco días después del suicidio, no sólo a Hitler y a Eva Braun, sino también a Joseph Paul Goebbels —ministro de Propaganda nazi— y a su familia.



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